lunes, 16 de agosto de 2010

"La República Cínica" (17 de agosto, 2010).

Entre explicación y explicación ha tenido que ser Lawrence Grossberg quién lo mostrase claro (1). O por lo menos a mis ojos lo parece (2). Sin bien llevo años detectando está sensación de tedio en mí mismo y en la ciudadanía, leer ese adjetivo lo ha dejado todo más definido. Es curioso como funciona la cultura o más bien mi cabeza. Si el lector@ me conoce sabrá que es ésta última. De pasar a leer un capítulo sobre el ataque a los chicos / chicas en los Estados Unidos en las últimas décadas (3), a pensar en el modelo de democracia anglosajona importado desde Florencia (4) y, por último, a envolverme en lo conspiranóico y ponerme a ver JFK (5).
En relación al título de esta entrada, Lawrence Goodwyn afirma que el ciudadano actual siente un estado de profunda resignación. Es una sensación que en ocasiones raya tal nivel de desesperación que llegar a ser paralizante (6). A esto, Grossberg añade que hay un claro interés desde varios sectores de transformar a las personas en seres cínicos, que ahogen sus penas en el límite de su casa o en ver cómo sube o baja su nómina, mientras su valor, su voluntad política, simplemente desaparece (7). Se trata pues de una conspiración que pretende anular nuestra capacidad de percepción de lo público, de debatir el poder en el espacio compartido. Si decimos que "todos son iguales", o que "ya no voy a votar", ya estamos en el saco. Y no se trata de que con el voto tengamos algo, sino de que pensemos en formas de dar sonido a nuestra voz, de que creemos palabras con poder, que recalquen nuestros derechos, nuestra cosmovisión en contra de otras que quieren imponernos. Zygmunt Baumann postula que en la actualidad los "políticos" están muy poco interesados en hacer creer a las personas o en la construcción de ideas mientras prefieren evacuar la política de la ciudadanía (8), de transformar su labor en mero interés para que, por extensión, pensemos que el poder es eso: manipular, maquinar, ver todo y laborarlo en bien de nuestro apetecer. ¿Por qué conviene que nos hagamos cínicos? Encuentro una respuesta de doble dirección: para la burocracia y elite gubernamental se evitan los conflictos y para la ciudadanía se elude el compromiso consigo misma, el reconocerse como agente activo de la "república" urbana, con sus responsabilidades. Y mientras el mundo bursatil alimenta a este nuevo capitalismo más y más a través del dinero que se crea y multiplica a través de sí, los que consumen y habitan en él se limitan a dejar pasar, a experimentar una sensación de "inmortalidad", de que nada cambia, de que por mucho que hagamos nada hará algo mejor, de que no tenemos nada ya que dar a los que vienen después y que éstos, sin nada que aportar, deben seguir estos designios, no sea que vayan a trastocar las pocas comodidades que tenemos. Les negamos su futuro. Nos lo negamos. En eso la "lectura" del tiempo-espacio cobra una importancia vital y por mucho que mi propósito sea hablar con los muertos (9), no puedo eludir tan fácilmente esta otra vertiente de la labor histórica: ¿por qué no puede ayudarnos a mejorar? Independientemente de la Historia, de su capacidad para mejorar lo que nos pueda venir (10), la ciudadanía, si bien, no lo puede encontrar en el pasado (11), tiene que hallarse, replantearse, reconocerse y, por ende, ver y enfrentarse a los que no se comportan como ella. Diluir nuestra identidad en espacios líquidos, en portales donde pretendemos controlar la imagen que tiene el Otro, conocerle a través de esa "publicidad" y eludir lo público - el lugar físico compartido en sincronía-diacronía-, configurar mapas de la realidad a través de lo indirecto, maquillar la verdad, pintar collage con los rostros que aparecen a nuestro paso: ¿dónde nos deja? Se me vienen a la cabeza los cuadros de Ensor sobre las personas que le rodeaban a finales del siglo XIX. Ser cínicos nos convierte en seres que no sienten vergüenzan al realizar actos o mantener actitudes que son recriminables, en personas que defienden un tipo de vida grosero, obsceno. Y de esta manera, configuramos una república que se mira el ómbligo, sentada en el sillón de casa, saliendo solo cuando la poca identidad en la que se reconoce se ve gratificada o ennoblecida (12). El movimiento obrero de mediados del XIX encontró el reconocimiento a su labor en el comunismo, halló su identidad en ese mundo, en esa lucha. ¿Y nosotros? ¿Dónde estamos?

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NOTAS:
(1) GROSSBERG, Lawrence. Estudios Culturales. Teoría, política y práctica. Ed. Letra Capital, Valencia, 2010.
(2) Debe tener en cuenta el lector@ que tengo diplopía y que hace poco más de dos semanas me dieron un pelotazo en toda la cara, con lo que quizá la vista esté algo distorsionada.
(3) GROSSBERG, Lawrence. Ibid, pp. 212-256.
(4) POCOK, John Greville Agard. El Momento Maquiavélico. El pensamiento político florentino y la tradición republicana atlántica. Ed. Tecnos, Madrid, 2008 (2002), [1975]. Para la recepción de la concepción republicana de Maquiavelo en el mundo anglosajón ver "Tercera Parte": pp. 413-661.
(5) Oliver Stone, Estados Unidos y Francia, (1991).
(6) GOODWYN, Lawrence. "Beyond prosperity, outrage simmers". The News and Observer, 19 de octubre, 1997, 25A. Cit. en GROSSBERG, Lawrence. Ibid, p. 241.
(7) GROSSBERG, Lawrence. Ibidem.
(8) BAUMANN, Zygmunt. In search of politics. Standford. Standford University Press, 1991, p. 1. Cit. en
GROSSBERG, Lawrence. Ibid, p. 142.
(9) GREENBLATT, Stephen. "La circulación de la energía social". Nuevo Historicismo. Ed. Arco. Madrid, 1998, p. 33, ("The circulation of Social Energy". Shakespearean Negotiations, Berkeley, University of California Press, 1988, pp. 1-20 y 165-167).
(10) VV.AA. El fin de los historiadores. Pensar históricamente en el siglo XXI. (SÁNCHEZ LEÓN, Pablo & IZQUIERDO MARTÍN, Jesús, eds.). Ed. Siglo XXI. Madrid, 2008.
(11) Quizá no seamos capaces en la actualidad de reconocernos en esta forma de laborar la historia del siglo XIX y gran parte del XX. Es posible que los medios de comunicación y la difusión de nuevas formas de conocimiento del pasado - a través del cine, el turismo, el género literario "histórico", los videojuegos - hayan convertido a la historia en un elemento hecho a medida, experimentado a nivel personal y no en conexión con los demás o en vinculación con otros tiempos o espacios. Una "historia" individualizada, empaquetada, sin posibilidad de unir con nada, porque su propósito no es ese, sino alimentar una necesidad de saber de cultura para publicitarla, para convertirse en conocimiento acumulado y no aplicado.
(12) Como tuvo lugar en los "festejos" por la consecución del Campeonato del Mundo de Fútbol, celebrado en Sudáfrica entre junio y julio de este año. Celebrar la nación es sacar pecho por una vieja reliquia identitaria. Uno no tuvo el "placer" de estar en Madrid, pero por alguna que otra fuente tiene en su mente un escenario pantagruélico, pero sin toda la vertiente crítica que tenía la obra de Rabelais: un carnaval sin carne.

2 comentarios:

Juan Díez Blanco dijo...

En realidad no sé si la teoría de Grossberg es la acertada o no, pero que las clases medias occidentales de la actualidad estamos sumidas en un tedio existencial horrendo es un hecho que experimento en mis carnes habitualmente. Sin embargo, la posibilidad real de salir de este estado implica mucha motivación propia, ya que raramente se recibe desde el cada vez más inexistente grupo, y eso es duro. Una Globalización para separarlos a todos; es esta separación la que hay que arreglar, pero es complicado con los niveles de alienación y pasotismo imperantes.

Synthagma dijo...

Amodorramiento, quizá esa sea la palabra, o bien, haberse hechos cómodos, quedarse mudos mientras se consume.