domingo, 17 de octubre de 2010

Sin título

Desgranándose la tarde, mirando la pared, ahora la pantalla, acurrucado bajo el nórdico, hecho un ovillo, intentando estirarme para hacer menos profunda la pena, sentir que se filtra, en vez de hundirse en los límites del miedo y el recuerdo, busco en las palabras la posibilidad de entender, de creer, de tenerte cerca. Releo lo escrito y es insuficiente, incapaz de suavizar el dolor de los días sin tí y tan alejado de nosotros en sincronía. Perdido el texto en una bolsa de agua que yace en el estómago, las frases no expresan nada, apenas avanzan entre la incomprensión, el pasado y los hechos. Contar contigo pero no hacerlo, estar dividido, acudir a proyectos no tan ideales, que la experencia ha demostrado no asequibles, no encuadrables con mi forma de ser. No hay escusas. Se trata de reconstruirte, de plasmar como te filtras en el tiempo; en las imágenes de luz y oscuridad, en un sueño con un largo pasillo en el que sonries mientras te abrazo por la espalda y cuando sale a reducir la palabra "momento" y recuerdo tu explicación: tus manos mostrando pesos, distancias y resistencias, dibujándome todo un mundo en el aire. Ir a buscarte a tantos lugares, llenándolos de sentido, esperarte en un banco, en alguna estación de metro, en un salón mientras te duchabas, ver tu rostro en el aula mientras daba clases. Recibir tu apoyo y delicadeza, juguetona en tus dedos delgados, plegando papeles, escribiendo notas, haciendo lazos en los regalos.



Los colores, diferente intensidad y conjunción, girando en torno a tí, como un molinillo: rojo, negro, azul, verde, lila, blanco, amarillo, naranja, gris, marrón, todos en la semana, enriqueciendo el día a día, dando una realidad distinta a mi constantes y testarudos negros y marrones. Tus iniciales silencios mutados a una vitalidad asombrosa, a una vehemencia en el aprendizaje, en estirar el mundo, en darlo de sí, para plegarse a tu sentido de la curiosidad. Cruzar la puerta, dar a conocer lo desconocido y ver tus ojos almendrados y abiertos ante lo descubierto. Todo tiene más de lo que parece. Puede ser aún más bonito. Embellecer la vida, enriquecerla de matices, descuadrando mi tendencia a la comodidad, a dar las cosas por definidas. Percibir ese ánimo y dejarse llevar de la mano, subir escaleras mientras los demás mecanizan su avance, rompiendo la monotonía de esta vida empaquetada, destinada a consumirse por un precio y una sensación de placer efímero. A pesar de las incertidumbres, ser testigo de tus inquietudes, ir de un lado a otro para preguntarte sobre tus entrevistas y los cursos - mirar ahora los "origami" y rememorar la espera en las noches de invierno, sintiendo a la vez el frío de la calle y el calor de tu rostro tras el cristal. No temerme, adentrándote en dudas acerca de la humanidad y preguntas inquisitoriales al pasado, casi con sentido de la venganza, y calmarlo por una mirada de comprensión y análisis, de seguir indagando y plagarlo de detalles necesarios. Tu alegría por las flores y los animales, tu comunicación con ellos, plegándote a su actual mundo de sufrimiento y falta de comprensión. Reconstruirme sin tu rostro, sin tus manos, sin ver moverse tu pelo, no renovándose la vida, alimentando lo diario con recuerdo, olvido y esperanza, porque sé que te llevo dentro, porque de alguna forma estamos unidos. Hasta pronto.