domingo, 28 de febrero de 2010

"Zombies" (28 de febrero de 2010).

Uno tiene la impresión de que los freaks nos dimos un duro golpe en la cabeza en la infancia. En mi caso, creo fue a eso de los tres años. Caí de la cama y golpeé con una estrecha tuberia blanca. Actualmente, siempre que me cortan el pelo se ve una pequeña calva en la cicatriz provocada por la herida, por el "trauma".
Antes de dar un paseo por la ciudad-dormitorio de Torrejón de Ardoz, he visto una página entera dedicada en el diario El País a la "Marcha Zombie" que ayer se celebró en Madrid mientras caía la noche. Según esa fuente, más o menos un millar de personas disfrazadas de muertos vivientes caminaron entre la Plaza de Felipe II y el barrio de Chueca, concretamente, la Plaza del Carmen. Uno tuvo, además, la "suerte" de toparse con cuatro de estos "zombies" en la línea 4 de metro, de camino a Serrano que, en cierta medida, parece una zona desvastada por una guerra nuclear, con lo que la marcha hubiera tenido más sentido por esos lares. Al escuchar un par de grititos en no sé qué parada uno pensó que tenía lugar alguna manifestación que otra. Pero no, al parecer el asunto tenía que ver con estos cuatro zombies adolescentes que conversaban amenamente sobre lo guay de ir de monstruo, las características de los vampiros y no se qué otras variedades tristo-diver-freaks-interesantes-molongas. A uno le dió por pensar en lo banal del consumo y en el absurdo de la diversión actual. Lo primero, porque convertimos algo que surge de la crítica a nuestra sociedad en trivial desfile de grititos y tomate en salsa. Lo segundo, porque ni siquiera esta marcha lleva consigo un mensaje directo a la ciudadanía, ni una mínima seriedad. ¡Si de verdad les diese por ir dando bocados a diestro y siniestro (si, sobre todo, a estos)! A alguno que otro le da por decir que como somos zombies en la vida diaria lo de ayer es como reivindicarlo. Y si ponemos algún cartelito contra Esperanza Aguirre mejor que mejor. ¡Mirá cómo molamos! Y cierto que yo me quedo en casa, sin pintarme siquiera, pero este tipo de pseudo-marcha-semi-protesta-freak es demasiado. ¿A dónde quieren llegar esta panda de consumistas desalmados que encima van de reivindicativos? Si es por ligar más de forma algo bizarra, pues vale, acepto "marcha zombie" como técnica alternativa, pero eso de ir por ahí reivindicando identidad freak con rollo protesta suave aceptada cuando la situación actual requiere de maneras más subversivas de manifestación y crítica es triste. Triste porque les toman por lo que son: insertados plenamente en la vida de consumo identitaria y narcisista y porque su discurso no va más allá de un par de gritos, alguna que otra carrera y alguna que otra mirada de pirad@. Decía por ahí alguna pava que es terapeútico porque "te libera". Parece que no tenemos otra manera de apaciguar nuestra frustración. Y encima reconoce que no se trata de una manifestación, si no de un recorrido "lúdico-festivo", una especie de carnaval canibal soft. Pero el mismo redactor utiliza la palabra "manifestación" un par de veces para describir el acto. Entonces, ¿en qué quedamos? 
"Somos zombies", porque siempre hacemos las mismas cosas, nos controlan, patiplín, pataplán... decía otro pavo por ahí... Y si, la verdad, pero encima blandito, vegetariano, sin agallas para arrearle un bocado al que tengas al lado. Como pollos sin cabeza sin atender a las necesidades de una sociedad envuelta en un truco de espejos, como muertos vivientes controlados, aceptados, insertados en un mundo que se devora a sí mismo a través del consumo. 
¡Qué horror! Parezco un monje!. 
      

domingo, 21 de febrero de 2010

"País Digno"


Ayer un buen amigo me preguntó sobre el gesto que el ex-presidente del Reino de España D. José María Aznar - dominador imperioso de nuestro país entre 1996 y 2004 - dirigió a unos estudiantes de la Universidad de Oviedo, que le tildaban de fascista y terrorista entre otros calificativos. La respuesta devino rápida, en proceso desde hace unos días en la cabeza, aunque la cuestión fuese inesperada: "considero que es muy digno de este país haber tenido un presidente como él". Algo cacé de mi buen amigo de "el puto amo" como reacción. Juego con ventaja. Lo siento. Mirar al pasado con afán de hacer justicia provoca este tipo de frases provocadoras. Algun@s dirán que fue la corrupción del PSOE lo que le llevo al poder. Otros que algún cambio era necesario. Lo más tenebroso fue cómo obtuvo su segundo mandato: mayoría absoluta que le hizo a uno plantearse entre qué compañer@s de viaje se encontraba.
Y cómo perfilaba sus expresiones, su forma de vestir, de llevar la nación y tratar la diferencia, si de vez en cuando se dirigía a ella. La frase "cada país tiene lo que se merece" resulta familiar. Y también funciona como buen recurso. Much@s dirán que llevó a España a rendimientos económicos inmejorables. Lo cierto es que supo - con sus colaboradores - mirar dentro del alma miserable del español pequeñoburgués y ver sus deseos más vitales: "en casa, como en ningún lugar". Y así se organizó la vida del país. En torno a la casa. Ni Otto Brunner lo hubiera visto mejor. Si ya en los últimos años de la presidencia de D. Felipe González se fue acentuando la potenciación del suelo como fuente de rendimiento, con Aznar y su equipo se convirtió en la llave del crecimiento económico, del pleno empleo y de nuestro enganche sin demoras ni complejos al "american way of life". Y quizás esto se producía sin vinculación directa a un gobierno de derechas o pseudo-izquierdas. Sólo que estos lo potenciaban más. De repente todo el mundo se hipotecó, se abrieron puertas de casas nuevas, de chalets sobre todo, se regaban jardines y se llenó todo de coches, perros y carros de bebé. El didáctico "España va bien" sirvió de lema para aupar a unos y denostar a otros, mientras la izquierda languidecía lentamente, de forma triste, en algún callejón de una oscura ciudad. Y quizá supo leer en el corazón tacirturno, orgulloso y perezoso del español que no desea otra cosa que la grandeza trasnochada, el borbonismo-austranismo ibérico, el susurro franquista de una grande y libre. Porque en este país la izquierda se ha autoaniquilado. Entre las buenas formas, el miedo a sí mismos, los conflictos internos y el sindicalismo vertical tardofalangista parece que han adoptado un discurso complaciente, de meterse pero no demasiado con el pasado, de mirar con recelo pero no con el suficiente a los aliados del franquismo, como la Iglesia (1) y el Ejército.
Este señor se llenaba la boca de expresiones de grandeza mientras su voz sonaba forzada, casi en forma de pito, como si se diese cuenta de que es demasiado pequeño para decir enormidades de tal calibre. El causante  de esto es el complejo de hacerse ver. De esta misma guisa, nos llevó a jugar entre los grandes, entre los potentes, a hacer guerras, como antaño, a reconquistar el imperio perdido, veáse nuestra gala y altura al colaborar fielmente con Estados Unidos, Reino Unido y algunas naciones más en la II Guerra de Irak, defender Perejil e intervenir favorablemente al intento de golpe de Estado contra Chaves.
Y su derrocamiento vino por sorpresa por avaricioso, por pensar "me voy y encima dejo a uno que ni siquiera podría gobernar", "me voy habiendo hecho historia", "conmigo España ha sido grande de nuevo" y por mentir deliberadamente a una ciudadanía que despertó de su letargo tan sólo por un par de días. Y despertó porque ya era drástico el aprovechamiento de nuestra pasividad, porque la chulería ya era extrema. Era como situar la dama sin defensa a la caza de otra pieza creyendo que seguiría viva, que podría dar mate al rey sin estar resguardada. Por suerte quisimos despertar. Pero pronto nos dió por dorminos de nuevo, como con el tamayazo.
Después llegó su vida y discursos en las universidades estadounidenses, la recompensa por su ladrido de alegría ante las caricias del junior de los Bush, su crítica en el exilio, su mirada de grandeza, de casi Dios. Y también tendríamos sus veranos de las FAES, sus ataques contra los defensores del cambio climático y sus invitaciones a negadores del Holocausto. Vuelve otra vez a ajusticiar, que es lo que le gusta. A usar su espada de Damocles para mostrarnos que fue un buen padre, que nos alejamos de su camino.
Pero nos lo ganamos a pulso. Ahora sirve de poco insultarle desgañitadamente, porque a ello responde con la arrogancia de la cual le dotamos al ponerle en la Presidencia, con la mala educación y grosería de una política ciudadana ciega, pequeñoburguesa, temerosa, conservadora, todavía envuelta en complejos de pequeñez y poca virilidad ante los grandes de Europa.
Señal de nuestro carácter peninsular, de creernos el ombligo del mundo, deviene este hombre mediano, visualmente previsible, de formas imperiales, de bigote dictatorial. Quizá el discurso franquista caló tanto que lo echabamos de menos, que nos resultó próximo, cercano. Por eso este gesto mide nuestra elección.  
             
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NOTAS:
(1) Algun@s dirán que en los últimos años tiene lugar una cruzada contra los católicos. Como si les persiguiesen por las calles o les marcasen con algún brazalete. Lo que ocurre es que les molesta no hablar tan libremente. No dictar sentencia, que es a lo que están acostumbrados.

jueves, 4 de febrero de 2010

"Avatar" o el ¿cine del futuro?


Título: Avatar.
Director / Guión: James Cameron.
Producción: James Cameron, Martin Landau y Rae Sanchini.
Duración: 162 minutos.
Música: James Horner.
Interpretes: Sam Worthington, Zoe Saldaña, Sigourney Weaver, Stephen Lang y Michelle Rodríguez.
Nacionalidad: Estados Unidos.
Distribuidora: 20th Century Fox.

Menudo revuelo. James Cameron siempre lo hace. Está en su carácter. Y a uno le puede o no gustar su manera de plantear y ejecutar sus películas, pero ha de reconocérsele el esfuerzo, su testarudez por ofrecer algo nuevo, revolucionario. Desde sus comienzos en la escuela de cine de Roger Corman aprendió fotografía y técnicas de efectos visuales y poco a poco empezó a adueñarse de todos los campos y especialidades que rodean la producción de una película. James Cameron monta, produce, escribe y dirige sus films. Y lo hace a conciencia, sabiendo que sabe de todas estas ramas. Más de uno ha tenido que salir de sus películas porque no hacía lo que deseaba (1).
Tras algún que otro bandazo (Piranha II), se lanzó a una producción personal, de corto presupuesto y que a la postre revolucionaría el cine de ciencia ficción. Sin Terminator (1984) no tendríamos Matrix (1997). Así de contundente, pero así de claro. Rápidamente le ficharon para la continuación de Alien, el octavo pasajero, a pesar de ya tener el guión escrito hacia dos años (2). Tras el éxito de calidad y taquilla, tanto él como productoras y distribuidoras echaron el resto con Abyss (1989) (3). Desde aquella, ha realizado cuatro películas (4); Terminator 2: El Juicio Final (1991), Mentiras Arriesgadas (1994), Titanic (1997) y Avatar (2009), con casi 13 años de diferencia entre las dos últimas. Todas ellas éxitos de taquilla, todas ellas con innovaciones de más o menos renombre en el campo de los efectos visuales. Parece que esto le ha generado mala fama entre los críticos, los cuales no van más allá del cine de culto o los director@s renombrados para reconocer la calidad. Si bien es cierto que como guionista puede dar más de sí, nadie le puede negar saber narrar una historia, sobre todo, si se tiene en cuenta su ambición. En mi opinión, es lo primero que debemos tener en cuenta para analizar sus films, sobre todo, los dos últimos. Podemos contar con creador@s cuyas pretensiones sean pequeñas y hagan productos redondos. Pero las metas de James Cameron son tan grandes que ya de por sí hemos de darle un aprobado o un "pasen y vean". Porque al final muchas personas se han acercado a Avatar, porque lo ha vuelto hacer de forma innegable: desafiarnos a todos para que reconozcamos su esfuerzo por entretenernos, por disfrutar. Y sí, no le pidamos más a su cine. ¿Pero qué es el "más"? ¿Planteamientos filosóficos-sociales que a veces son meras excusas del film para introducir moralina o discursos de sus creadores? ¿Planos o guiones extraños o variopintos para dar el pego de que son independientes y a contracorriente? Si lo consideramos un poco, también James Cameron va a contracorriente. Es más, va dos pasos por delante.
Y si atendemos a Avatar tenemos que enfrentarnos a su desafío: ¿es éste el cine del futuro? ¿Es la interactuacción en 3D, la vinculación entre espectadores y película, el futuro del drama? Considero que no es necesario realizar algo en 3D para que el nexo entre escena y público sea completo. Pero creo que los objetivos de esta película no van por ahí. Se trata de plasmar fantasía y belleza. En ese sentido, salí del cine afirmando que no había visto nada más "bello". Y es cierto. Y por más que algunos críticos afirmen que hay más dramátismo en cualquier película de Murnau, Welles o Lang (esto, hay que decirlo, queda muy bien en diarios tan consagrados como El País), Avatar cumple su cometido: ofrece algo nuevo y fantástico. Cierto que el guión es sencillo y que el final en plan mantra corporativo choca un poco, pero uno sale a gusto de la sala, sabiendo que ha disfrutado de un ejercicio espectacular de cine. No obstante, le pongo alguna que otra pega: podría haber tenido una mayor introducción acerca de Pandora y la presentación de personajes (a un ritmo que ya pudimos ver en Aliens, El Regreso), un trazado algo simple de algunos personajes y, sobre todo, alguna que otra resolución facilona a la hora de plasmar el enfrentamiento entre explotadores / explotados. Algunas ideas apuntan, pero se quedan en nada: como la vinculación psico-física entre criaturas y Nav'y. Por último, el doblaje al español es bastante pobre, sobre todo, en algunas expresiones cuasi adolescentes, fuera de lugar. Resulta algo cómico ver a una criatura de casi tres metros decir: "chachi" o "guay". En fin, que esperaré, eso sí, con más tranquilidad, su próxima película, sabiendo que tras Avatar sus próximos pasos serán más pequeños. Y sin embargo, ¿qué más nos tendrá reservado?     

NOTAS:
(1) En Aliens el Regreso el primer director de fotografía tuvo que marcharse al no seguir sus indicaciones sobre la luz natural que quería Cameron se viesen en algunas escenas. Fue sustituido por Adrian Biddle.
(2) Tras el éxito de Terminator decidieron apoyarle en la dirección de Aliens  
(3) Primer y único tropiezo importante de Cameron tras las cámaras. No obstante, supuso un avance en cuanto la aplicación de imágenes diseñadas por ordenador a las películas. Podríamos decir que el tentáculo de agua precede al T1000 y a los dinosaurios de Jurassic Park (Steven Spielberg, 1993).
(4) A uno le da por decir cinco, ya que Días Extraños (Kathryn Bigelow, 1995) le debe a Cameron nada menos que la producción, el montaje y el guión.