martes, 14 de diciembre de 2010

La fuga

Ayer recibí la llamada de un amigo al que no veo hace un par de meses. Fue una noche de viernes en la que cenamos de tapas y bebimos de vodkas, aunque no en el mismo lugar. Ante la situación de su trabajo y del país su visión era cambiar de aires: marcharse. Por teléfono lo confirmó. En tres meses tendré que pensar en él saliendo de las fronteras del Reino de España. Ocurre igual con otr@s amig@s. Uno proyecta palabras, andares, conocimientos y emociones allá donde supone se encuentran. El corazón se mapea.
           En cuanto a su proyecto, es lo mejor que podría hacer. Él y tod@s. La conclusión del Estado del Bienestar es clara: nos ha malcriado y después abandonado con su muerte, dejándonos al padrastro neoliberal / neocon que nos ignora y castiga a la vez. Nuestra madre democracia ni llora al difunto ni ama al puesto, más bien, les gusta soportar su maltrato, su sodomización. Nosotros los hijos tampoco ayudamos. Tontamente le reclamamos a ella en vez de tirarnos a los ojos de él. Pienso en los nietos y el horizonte se ensombrece. Me pregunto dónde irán las sonrisas de hoy, las miradas inquietas, los pasos valientes sobre el mundo que comienzan a conocer.
           La fuga es una de las soluciones ya que no queremos, ni podemos, ni sabemos protestar. La ciudadanía española es un mar en calma cuyas olas solo se alteran por separado. No se dan cuenta de que forman parte de un océano. O quizás no quieran saberlo. Hace una semana asustaron a la realeza británica a grito de "¡qué les corten la cabeza!". Les metieron el miedo en el cuerpo. Ya era hora. De alguna manera hay que hacerles ver no solo a estos sino a esta plutocracia que no tiene impunidad, que se le puede y debe hacer daño. Aquí la agasajamos, como osos amorosos proyectamos nuestras frustraciones en forma de vana ilusión en la aristocracia. Nos metemos con ellos en las tertulias pero en el momento importante les veneramos, les tememos, no sea nos dejen en el paro o reduzcan todavía más nuestros ingresos. En cuanto a la Monarquía, todavía es tabú  - no hablar de República - sino cuestionar la legitimidad de que nuestra democracia le deba algo. Más bien, es la realeza quién se lo debe a la Dictadura franquista.
            La fuga se presenta como salida al maltrato de un país que adormece a la ciudadanía, que le canta la nana de la familia feliz e hipotecada, reunida en torno a la televisión mientras dan las doce campanadas de Fin de Año. La playa, la casita en el campo, la urbanización militarizada..., funcionan como únicas válvulas de escape, pero siempre dentro de las fronteras, no vaya a ser que el extranjero, que lo desconocido, nos muestre un mundo mejor. Quizá sea nuestro mayor temor: confirmar que éste camino no es el correcto.
             Irse y construir la república ciudadana de un@ mism@. No en una casa - maldita Ikea - sino en un barrio, una calle, una plaza, un edificio vinculado a su metrópolis. El civil se mueve en el popolo. Decir adiós a un país que no te pregunta quién eres, qué solo pide acatamiento y silencio. Se deben romper las fronteras mentales de un imaginario que teme al de fuera, que prefiere ignorar la lengua que no entiende, que se recluye en la fogata de la hoguera patriótica y religiosa - ya sea su creencia la iglesia o la televisión - cuyo único intento de conocer otros mundos es a partir de una literatura de literatos de folletín, anacrónicos, creadores de personajes planos, de héroes y heroinas con emociones y acciones gastadas.
            La fuga de un país que gasta en tí sin saber en qué y para qué, al que le importa un comino si haces informática, ingeniería o humanidades. Es lo mismo. Al final, sabe que terminarás trabajando en el sector de servicios. Quizás lo hace a sabiendas porque te quiere para eso. Por eso la reforma de la universidad española es una broma de mal gusto. Seguirán marchándose cérebros. Y bien que hacen. No dar ni un ápice de credibilidad ni trabajo sería una buena manera de vengarse.
            La fuga abierta y sin túneles bajo tierra. Que sepan que no les necesitamos, que no queremos esos sueños que endulzan con falsa confianza. En las calles, a los rostros de quién nos ignora, decirles: "chao", como Hannibal Lecter al rajar las tripas del detective Pazzi.
            La fuga como visor de rostros, lenguas, vidas, historias, mitos, diferentes. La fuga como nueva vida que nos han negado.

1 comentario:

Irene dijo...

Sonarán viejas estas ideas que son de otro:
-La democracia es incompatible con el capitalismo.
-La socialdemocracia sólo existirá mientras esté al servicio del capitalismo.

La única fuga real es la de la irreal en la luna de Los Desposeídos.

A pesar de todo hay gente combativa, aquí y en todas partes. Esa gente le recuerda de vez en cuando a quien dirige este negocio que no somos sus esclavos, a pesar de que lo seamos; esa gente mete miedo y todos los demás saben que tienen razón. Nuestra tarea como historiadores habría sido contar, por ejemplo, que la Guerra de Irak se hizo en contra de la voluntad de la Humanidad. Todos lo sabemos. Que no se olvide. Allá donde nos fuguemos (un puesto de trabajo cualquiera, otro país, la luna), hagamos que no se olvide.

A Santiago Alba un taxista en Bagdad le dijo que cada combatiente tiene su lugar en el frente.