jueves, 19 de noviembre de 2009

Monstruoso (Cloverfield).


Título: Monstruoso (“Cloverfield”).

Director: Matt Reeves.
Intérpretes: Lizzy Kaplan, Jessica Lucas, T. J. Miller, Michael Stahl-David, Odette Yustman, Mike Vogel.
Guión: Drew Goddard.
Año de producción: 2007.
Duración: 85 min.
Distribuidora: Paramount Pictures.




Le toca el turno a uno de los “fenómenos” cinematográficos de la temporada pasada. Vista hace aproximadamente tres semanas, la perspectiva actual no sólo se encuentra menos influenciada por el cuidado trato de la imagen y los efectos visuales, sino también por el escaso residuo que queda de la trama y una supuesta, pero muy supuesta, alegoría que parece esconder o que uno tuvo que vislumbrar. A saber, el efecto de lo espectacular sobre nosotros mismos y no en la pantalla, plano, sin todavía poder maniatarnos o hacernos sentirnos de verdad pese a que los medios hagan enormes esfuerzos para ello.

Algun@ que otr@ saldría maread@ del cine o se levantaría mal del sofá (como fue mi caso), pero no deberíamos sorprendernos a estas alturas con películas narradas de tal manera. Mostramos sin esfuerzo algunos ejemplos: Rec (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007), El proyecto de la Bruja de Blair (Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999), District 9 (Neil Blomkamp, 2009), herencias del denominado Cine Dogma y del cine documental de los últimos años. Se trata de hiperrealizar, de mostrar lo real en la piel, impresionando al espectador por encima de todo, pese a que lo contando quede bien, mal o regular. El cine de la última década va por esos derroteros quizá porque el espectador pide a gritos una vinculación al video-juego. De momento, el control lo tienen l@s creador@s del film. Sólo faltará que con el tiempo los telespectadores elijan su propia película, es decir, que se hagan con inicios, nudos y desenlaces alternativos como en aquellos libros de Elige tu propia aventura que tuvieron su momento de éxito por los finales de los 80’.

Y es que siendo crítico a la vez con algunos foros, críticos y película, no puedes pedir más a un producto que desde el principio quiere solo entretener, salvo un par de perlas posmodernas, que se tiran a saber por qué. Expliquémoslas. Primero: eso de jugar con la historia como un elemento de fábrica, fruto de la manipulación, pero que a la vez contiene lo real, de lo que no cabe otra interpretación, porque está ahí, es ahí, lo ves, lo sientes, está encima de tu cabeza, a apenas dos metros. Segundo: fragmentar la narración de vez en cuando, de forma juguetona, introduciendo elementos totalmente separados del hilo conductor de lo inicial, desubicando al espectador@. A primera vista puede resultar llamativo, pero se acaba rápido el interés por un motivo principal: los autores no pueden ir más allá de una idea. Con una solo idea no se crea una trama y mucho menos de semejantes características. Dicha idea se basa en presentarnos una acontecimiento espectacular, con tintes de hecatombe apocalíptica, desde el primerísimo punto de vista de una víctima, que, sin pauta fija, va de aquí para allá mostrándonos con habilidad partes de un Manhattan que se derrumba y de unas criaturas que se mueven por todas partes de una escena que, ahí uno de sus pequeños triunfos, involucra a toda la sala de cine (o el salón, como fue mi caso). Se vislumbra cierto regusto de los autores por el cine de terror y ciencia-ficción de serie B, ese que intentaba asustar sin mostrar, que trabajaba humildemente los efectos para que nos uniésemos a la historia con nuestra fantasía. Pero claro, la habilidad deviene de unos cineastas y no de un personaje. He ahí el principal escollo. Y el personaje no existe y cuando lo hace es mejor que desaparezca porque se ponen en su boca frases sin sentido. Otrora es la historia de amor que parece entretejer la trama. Insuficiente. Ya que apenas tiene guión, eliminémosle. O, quizá más sencillo, organizamos todo el metraje en torno a la irrupción de la criatura en la metrópolis. Problema: ¿cómo hacer una película de buen presupuesto con 60 minutos de metraje? Algo tenemos que poner. Y así surgió esta película. Con algunas que otras pretensiones que se apagan por falta de talento o atrevimiento.

Por tanto, no es que no me gustase, sino que el inicial interés que despertó se fue apagando poco a poco, como una llama de fuego a la que se le va agotando el oxígeno.

Finalmente, decir que últimamente estoy viendo películas interesantes, pero sólo eso, interesantes, como el que ve una manzana brillante en el suelo o algo que se sale de lo normal por un momento, pero que al final, no posee nada más. Monstruoso se encuentra entre ellas.

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