¿Hasta cuánto va a poder aguantar la ciudadanía? Si espera hasta casi no poder respirar quizás le falte el aire cuando lo intente. Posiblemente nos hayan estrangulado ya. Ellos siguen apretando, de rodillas sobre nuestro cuerpo tumbado, mirándonos a la cara mientras sonríen, mientras parece que disfrutamos o pedimos con los ojos que aflojen un poco. Pero nos necesitan. Y esa es la clave. Pensar que toman decisiones sin tenernos en cuenta es un error. También dependen de nosotros. No es que nos pidan el voto, pero si requieren de nuestros ingresos y aceptación social, pública y mediática. Nuestra negación es empezar a respirar por nosotros mismos.
En términos de juego, hacer pasivo es ilegal. En balonmano, si uno de los equipos tarda más de un minuto en provocar una falta o tirar a puerta pierde su turno de ataque. La pelota pasa al rival. En ajedrez a primera vista no produce efectos tan bruscos, pero a la larga pueden ser desvastadores si el enemigo sabe que hacer con sus piezas sobre el tablero. Si no, se acaba en tablas y medio punto para cada uno.
Si entendemos la geopolítica como un juego, la ciudadanía esta jugando de manera ilegal, de hecho quizás ni sepa que lo es o, si es consciente, crea que solo juegan los que tienen el poder. Ayer leí un artículo algo decepcionante de una página que una amiga me ha recomendado (1). Parecía arrancar bien, pero la propuesta final es un exorcismo. ¿No votar al PSOE para que gane el PP y luego ejercer de viva oposición? Menuda revolución. A esto le llamo yo guardar las formas. No sé que les pasa a los que claman por la rebelión en estos tiempos. "¿Oye, Estado, majo, me dejas hacer una revolución? De verdad, te juro que no habrá barricadas, ni fuego, ni armas ni muertos. Será de buen rollito. Mira mi mano abierta de paz y amor". Y no es que esté a favor de este gobierno, pero la verdad prefiero que nos partamos la cabeza contra él sin necesidad de un proceso electoral.
Hoy mismo he visto algo siniestro en las sonrisas que el Vicepresidente Rubalcaba ha dirigido a la prensa mientras contestaba a sus repetitivas y cansinas preguntas (2). Y en esa sonrisa se veía la confianza absoluta, aquella que es consciente de no encontrar oposición, aquella que esconde un cuchillo tras la espalda.
De momento movemos, sí, pero la partida va a acabar pronto y de forma cruel. Él rival sigue moviendo piezas, desarrollándolas sobre el espacio urbano y cívico mientras nosotros seguimos pasivo: peoncito aquí, caballo en fila lateral, alfil encerrado...
De momento movemos, sí, pero la partida va a acabar pronto y de forma cruel. Él rival sigue moviendo piezas, desarrollándolas sobre el espacio urbano y cívico mientras nosotros seguimos pasivo: peoncito aquí, caballo en fila lateral, alfil encerrado...
Y mientras el rival avanza por todos los lados: atraso de la edad de jubilación, prórroga del estado de alarma hasta el 15 de enero, recortes en cuanto a la concesión de 426 euros a los parados de larga duración, propaganda para que el enfermo tenga consciencia de lo que es "grave", militarización de las calles, multiplicación de las cámaras de "vigilancia" en el espacio público, mayores garantías a las empresas para el despido, sobreprotección de los bancos ante los agujeros negros en los que se han metido, interrupción de la inversión del país y parálisis social... Y aunque hay agoreros de la crisis, su protesta mediática -servil del partido de la oposición-solo quiere quedarse en el papel para favorecer al triste cambio de un títere por otro. Mientras tanto, seguimos jugando pasivo...
Mi interpretación de la partida es contraria. Si "izquierda y derecha" juegan en el mismo bando, entonces, por definición, nosotros estamos en el otro y nuestra solución no es hacer una rebelión de peones sin piezas mayores (3): ¿dónde se ha visto que ocho peones ganen una partida de ajedrez? Subversión a la espera... Además de jugar pasivo le concedemos dos movimientos o más seguidos. Rebelión a la espera... ¿Por qué depender de lo que haga el rival? Es posible que quién haya escrito este artículo no sepa jugar al ajedrez o quizá no vea que el juego sí es de unos contra otros, que los ideales existen sin que dependa del Gobierno ejercer la tiranía o no.
Más, de momento, seguimos pasivos, y no quedan muchos movimientos para que pese algún que otro sacrificio el Estado nos destroce dejando a nuestro rey ( ¿nuestra consciencia?¿identidad? ) rodeada de piezas enemigas, comiéndose hasta la carroña de él.
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NOTAS
(2) En este país te dan el título de Licenciado en Periodismo si haces la misma pregunta de tres maneras diferentes y además las compartes con tus compañeros. No les veía la cara, pero cambiando solamente un matiz (lo que se supone es la diferencia entre los diferentes periódicos), le preguntaban lo mismo: ¿habrá más prórrogas? ¿qué piensa del "pronunciamiento" de ETA? ¿qué hará el gobierno si las medidas tomadas provocan reacciones sociales? Incluso él mismo parecía harto de estar ante inútiles de semejante tamaño. Aunque luego quizás lo agradezca.
(3) Hablar de piezas mayores en ajedrez no es defender una concepción elitista. En este juego todas las piezas cuentan con sus limitaciones y ventajas y solo en coordinación cumplen sus funciones. Intentad hacer la guerra con una de forma aislada, sacar la dama al principio, colocar al rey en el centro del tablero recién iniciada la partida, dejar peones solos aquí y allá, encerrar un alfil, poner a una torre sin dominar una vertical, comer sin saber perdiendo el objetivo..., y vereís como no os lleva a ningún puerto.